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Abelardo Vega Caisaguano

1978 - 2019

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Abelardo Vega Caisaguano fue atropellado por un vehículo desconocido alrededor de las 05h40 de la mañana del sábado 12 de octubre de 2019 en la Av. Teniente Ortiz, cerca del Mercado Mayorista, en el sur de Quito, donde trabajaba.

 

Nadie sabe quién lo atropelló. Pero Guadalupe Chugchilán, la única de sus parientes que accedió a hablar con el equipo de investigación del UdlaChannel, ha contado que Abelardo, junto a otros compañeros de trabajo, había decidido esa madrugada a ir a cerrar las calles e impedir el paso de los vehículos, en apoyo al paro indígena en contra de las medidas económicas del Presidente Lenín Moreno.

Abelardo Vega Caisaguano trabajaba en el Mercado Mayorista vendiendo manzanas, y era normal que estén en el lugar desde la madrugada. Sus amigos, citados por Guadalupe Chugchilán, dicen que la decisión se tomó alrededor de las cinco de la madrugada, mientras desayunaban juntos en el mercado. Era el noveno día del paro contra el gobierno, que había empezado el jueves 3 de octubre, liderado por los transportistas y al que luego se habían sumado los movimientos indígenas.

Testigos, citados por su sobrina política, dicen que Abelardo fue atropellado por una camioneta doble cabina que se negó a detenerse cuando le impidieron el paso. Minutos antes habían logrado que un taxista deje de trabajar. Quedó tendido en el suelo, herido pero vivo. Los compañeros con los que estaba cerrando la calle lo auxiliaron hasta que pocos minutos después llegó una ambulancia y lo trasladaron al Hospital Enrique Garcés, en el suroccidente de la ciudad. Su muerte fue certificada a las 07h00.

Ese mismo día, su nombre fue incorporado a una lista, elaborada por la Defensoría del Pueblo, de muertos víctimas de la violencia policial. Al final de las protestas, la lista llegaría a once nombres.

Tenía 41 años. Vendía manzanas, junto a su mujer y sus dos hijos, en un puesto que había comprado en el mercado mayorista. Hace 18 años vivía en Quito, pero había nacido en Tigua Yahuartoa, a dos horas de Pujilí, en la provincia de Cotopaxi. Vivían en el mismo sector, para facilitar el trabajo diario que empezaba en la madrugada.

Su hijo mayor, Wilmer, casado y con una hija, se encarga de llevar fruta a vender en Guayaquil. Su hija, Jessica, también casada, y con un hijo. Todos vivían cerca. Quienes conocieron a Abelardo lo describen como un hombre amable, siempre preocupado por los demás.

Ahora él está enterrado en Tigua, el pueblo en el que nació, donde  yace en una tumba provisional, mientras su familia termina un pequeño mausoleo.

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